Nombre: Ricardo S. dijo Galván alias «SAIDcito»
Edad: 25
Madder desde: 2000
Lugar de residencia: México D.F.
Discos Que escuchás Al Derecho y al reves: Like a Prayer, Ray of Light, Confessions on Dancefloor, Hard Candy
Epoca favorita: Music
Canciones favoritas: Dress you up, Open your heart, Like a Prayer, Pray for Spanish Eyes, Vogue, Bad Girl, Love tried to welcome me, Frozen, Sky Fits Heaven, Nothing Really Mathers, Like a Flower, Time stood still, Impressive Instant, Don’t Tell me, Nothing Fails, Hung up, Get Together, Jump, Heartbeat, Beat goes on, Celebration, Broken, etc,etc,etc…
Giras favoritas: Confessions Tour, Sticky & Sweet Tour.
Frase favorita: «El sexo es sucio solo CUANDO no te lavas»
Mi Historia Con Madonna:
En mi trabajo me dicen Ricardo, mis amigos me llaman Said, soy un diseñador para la Comunicación Visual con sangre azul y oro, apasionado de las manifestaciones artísticas en especial la danza, quien encontró en Madonna Ciccone a una musa para muchos aspectos de su vida.
Mi gusto por Madonna inició allá en el año de 1998, cuando una versión más joven de mi persona quedó estupefacta al ver el video de Ray of Light en el programa de televisión Neon Nights del canal 7; desde ese entonces empecé a poner más atención hacia lo que Reina del POP hacía, pero no fue sino hasta el año 2000 en que lanza Music, que me volví fan, y he aquí la historia:
Durante la celebración de mi cumpleaños 14, recibí como regalo Music por parte de una amiga, uno de mis amores platónicos de la adolescencia; este disco viniendo de ella debía atesorarlo, por lo cual lo escuchaba una y otra vez; poco a poco me fui contagiando y enamorando de cada una de las piezas del álbum, hasta que dije: -¡Quiero mááás!- Y así empecé a adquirir poco a poco cada uno de sus discos, a comprar los singles, a coleccionar las revistas en las que salía y cuanto afiche relacionado con ella encontrara, idolatrando cada vez más a la Reina.
Su primera actuación en concierto que vi, fue la transmisión de HBO del Drowned World Tour; como yo no tenía servicio de televisión por cable, una amiga de mi mamá nos invitó a su casa a verlo, fue una convivencia muy agradable, comiendo pizza y disfrutando de toda la energía de Madonna. La emoción del momento fue tanta, como si realmente hubiera estado en aquel estadio presenciando toda la magia de la Diva en el escenario; quedé asombrado con el potencial histriónico y toda la producción que ataviaba a esta leyenda viviente; nunca imaginé que alguien pudiera dar así un concierto, y para un amante de las artes escénicas, eso fue un orgasmo en muchos sentidos.
Vislumbrar que alguna vez pudiera estar en uno de sus conciertos se convirtió en un sueño que parecía imposible para mí, hasta que nos sorprendió y enloqueció a sus miles de fans mexicanos con la noticia de que regresaría a México para deleitarnos con su Sticky & Sweet Tour. Mi experiencia particular de ese evento engloba uno de los momentos más representativos de mi vida; en ese entonces, yo no trabajaba, me encontraba en los últimos años de la carrera de Diseño y Comunicación Visual de la UNAM, por tanto y como no pertenezco a una familia adinerada empecé a temblar con la noticia y la posibilidad de que no pudiera estar presente por falta de recursos. Afortunadamente, mi familia, quien sabe de mi gran devoción por Ella, enviaron dinero a mi cuenta de banco, para que pudiera comprar tal vez no un boleto de platino, pero al menos uno decente, este hecho me conmovió hasta las lágrimas, lo cual me hace sentir como “el hombre más afortunado de este planeta” por tener una hermosa familia que fomenta mis anhelos y me apoya en todas mis loqueras. Carente de una tarjeta Banamex, solo me quedaba esperar a que se abriera la venta al público general, para la cual fui a quedarme junto con una amiga afuera de las taquillas del palacio de los Deportes, donde podríamos adquirir a las 11 am del día siguiente nuestros preciados boletos, que asegurarían nuestra presencia en el tan esperado show de Madonna. Eran ya las 11am de aquella mañana de verano del 2008, y en cosa de pocos minutos los boletos ya se habían agotado estando mi amiga y yo a escasos metros de las taquillas. -¡No puede seeeer!- Si la ilusión de presenciar a Madonna era dulce y pegajosa, la decepción de ese momento en que me quedé sin boleto fue muy amarga; regresé a mi casa con un inmenso sentimiento de derrota. Afortunadamente tiempo después pude conseguir mi boleto, gracias alguien que lo vendía por internet en una localidad mejor que la que podría haber aun alcanzado aquella decepcionante mañana, la cual después de haber adquirido mi boleto fue una apasionada experiencia.
Los meses pasaron y conforme la fecha se acercaba todos los medios de comunicación empezaban a bombardear sus canales con notas referentes a la próxima parada de Madonna en Tierra Azteca; mi corazón se aceleraba cada vez que veía en T.V. “Saving the world in 4, 3, 2, 1…Solo Nextel hace posible el regreso de Madonna…”. Finalmente llegó el 29 de noviembre del 2008, ese día, mi mamá me despertó antes de irse al trabajo, y me dijo: -Hijo, te felicito por este día en que verás realizado uno de tus sueños, disfruta cada segundo-, me abrazó y me dio un beso, no pude contener las lágrimas, por tan emotivo acto. Esa mañana desayuné mientras veía la filmación de aquel primer concierto que había visto de Madonna, para ir calentando motores para lo que me aguardaría esa noche; al medio día fui a que trenzaran mi cabello el cual había dejado crecer para ese propósito, ya que mi outfit era basado en la vestimenta de los bailarines de Madonna en la parte “rave”, y ese peinado complementaría el look que había planeado para tan especial ocasión. Eran las 4pm, era tiempo de partir al Foro Sol al encuentro con mi Reina.
Poco antes de las 6 pm, me encontraba arribando al Foro Sol, era inevitable no “echarle un vistaso” a los múltiples puestos de vendedores, quienes ofrecían diversos artículos en su mayoría no oficiales, algunos muy interesantes, otros bastante piratones, pero había para todo gusto. Después de checar algunas opciones para comprar a la salida del concierto, procedí a ingresar al Foro, una vez en mi lugar asignado, solo quedaba la difícil tarea de esperar. Paul Oakenfold se encargó de calentar mis músculos para poder bailar un “non-stop” de casi dos horas; me encantó la forma en que la gente se alocaba y gritaba mientras probaban las pantallas y luces para el show, conforme se iban encendiendo cada una la emoción se desbordaba más y más, hasta que súbitamente, nos vimos envueltos en una oscuridad perfecta como un hermoso cielo nocturno en el que solo se escuchaba a la gente aclamando por la Reina. La bienvenida a la tienda de dulces fue el preámbulo que me dio la pauta para perderme en el universo de Madonna aquella noche, verla sentada en su trono como la Reina que es, sonriendo de forma tan sincera, me demostró que se sentía feliz de estar nuevamente en México. Una a una fue ejecutando las canciones del show: The beat goes on con su -“Alright México”-, Vogue en “vivo” actualizada con 4 minutes, Into the Groove con su espectacular coreografía, Hearbeat, Music… me conducían al éxtasis sensorial; una ligera disminución en el ritmo se generó con la balada rítmica The devil wouldn’t recognized you, pero solamente para cobrar mayor energía y catapultarnos a una fiesta llena de folclóricos sonidos de tierras lejanas. El show se encontraba acercándose a la parte final, donde Madonna aprovechó la oportunidad para dirigirnos unas palabras y agradecer el recibimiento hacia ella, aunque nosotros nos sentíamos más agradecidos por darnos ese dulce regalo. Pintando sobre un lienzo futurista, nuestra Reina, me puso a bailar aún más con 4 minutes, la cual serviría como preludio para una fresca y apocalíptica versión del clásico Like a prayer, la cual nadie se pudo quedar sin bailarla, generando así un bravo mar que generaba olas de energía en el interior del foro. Para la petición al público de alguna de sus canciones “Oldies but Goodies”, yo anhelaba escuchar Open your heart uno de mis clásicos favoritos, finalmente no pudo ser, pero aun así disfruté de Sorry canción que el público aprobó de forma casi unánime. El show estaba llegando a su fin, pareciendo como si hubiera sido solo un breve instante; armada con una guitarra Madonna ejecutó la versión rockera de Hung up, que en lo personal, me agradó por la forma en que le dio el giro creativo a esa pieza, con todo y sampler de Abba; de esa manera, nuestra Diva nos impulsó a un catártico clímax dancístico con Give it 2 me, el cierre de un sueño maravilloso, que preservaré en mi memoria por resto de mis días.
Es maravilloso como desde que soy fan de Madonna, ella ha marcado mi vida de muchas formas: la música que escuchaba, los planes que tenía, y claro el look que llevaba; Madonna me ha acompañado en cada etapa nueva que curso. En la secundaria Music fue el rítmo con el que bailaba vestido de cowboy, con mis botas y sombrero texano; en la prepa compré bermudas camufladas y una casaca militar, las boinas me coronaban en la difícil etapa de adolescencia; el amor por la carrera que estudié fue fomentada por la Reina, ya que cuando era más joven anhelaba poder realizar el diseño de alguna de las portadas de sus discos futuros; Confessions on a Dancefloor fue el album que me acompañó al entrar a la carrera, lo escuchaba una y otra vez en la madrugadas en mis desvelos haciendo las múltiples tareas de la universidad; por último Hard Candy, el disco q me trajo a Madonna y el cual disfruto bailar en demasía, es de mis favorito para el “workout”.
Ahora solo queda esperar por los nuevos sonidos con los que Madonna me invitará a bailar nuevamente, a inspirarme con su imagen, tanto física como emocional, ya que es ella quien me enseñó a bailar, quien me inspira a mantenerme en forma, y a exigirme más de mí mismo, quien hace que la gente me recuerde cada que la escuchan o la ven, y quien “makes me feel like the only one, that the lights shine on”.
God Save the Queen